Un reflejo se define como una reacción muscular involuntaria que responde a una estimulación específica. En los bebés estas respuestas son completamente normales, están adaptadas para asegurar la supervivencia y muchas de ellas desaparecen conforme el bebé va creciendo.
Los reflejos son señal de que el cerebro y el sistema nervioso tienen un actividad normal. Existen varios reflejos que tu bebé va desarrollando desde la gestación, uno de estos es el reflejo de búsqueda.
¿Qué es el reflejo de búsqueda?
Este se produce cuando la mejilla o la comisura de los labios son tocadas o acariciadas; el bebé responde girando la cabeza y abriendo la boca para buscar, en dirección a la caricia, el pezón o el biberón y así poder alimentarse. La permanencia de este reflejo es de 4 meses aproximadamente, según el hospital Stanford Children’s Health.
La principal función de este reflejo es asegurar la alimentación del bebé, pues a los pocos días de haber nacido aún no es consciente de sus necesidades alimenticias. El reflejo de búsqueda se complementa con el reflejo de succión, que también es de supervivencia y está presente desde la semana 32 de gestación.
Una vez que el bebé, mediante el reflejo de búsqueda, lleva el pezón o la tetina del biberón a su boca y este toca el paladar, el bebé comienza a succionar automáticamente.
El reflejo ocurre en etapas: el bebé coloca sus labios sobre la aureola y aprieta el pezón o tetina entre su lengua y paladar, la presión ejercida expulsa la leche.
La coordinación de todos estos movimientos de búsqueda, succión, respiración y la acción de tragar resulta complicada para un recién nacido. Al pasar los meses, este acto reflejo se convertirá en un acto voluntario que el bebé dominará completamente.
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