Desde que una mujer se sabe embarazada empieza a construir un lazo afectivo con su bebé, realizando sencillas acciones como leerle, cantarle, ponerle música o simplemente platicar con él o ella; y debido a que el feto podrá escuchar y percibir la voz de su madre a partir de la semana 20 de gestación, estas actividades serán de gran ayuda para que el vínculo sea recíproco.
Los recién nacidos se sienten tranquilos y seguros al escuchar la voz o el latido del corazón de mamá. Identifican su aroma e incluso tienen la capacidad de saber si la leche materna que toman es de su madre o no.
Por su parte, al estar en contacto son su bebé, el cuerpo de la madre segrega oxitocina, la conocida “hormona del amor”. Al ser liberada activa y mejora su capacidad de responder a las necesidades del recién nacido.
Por lo regular, la presencia de mamá representa bienestar físico y emocional, suele ser la figura de seguridad más importante para los niños y niñas, pues ayuda a construir las bases del equilibrio y desarrollo emocional durante los primeros años de vida.
Las y los pequeños en edad preescolar creen en el poder curativo de los besos de mamá, acuden a ella cuando se sienten abrumados, tristes o estresados, pero también con el afán de compartir momento de alegría o felicidad.
El cariño es fundamental para el adecuado desarrollo infantil, al recibir estímulos positivos se crea un ambiente de seguridad y confianza, el niño o niña crea una autoestima saludable, aprende a desarrollar empatía y expresar sus emociones. La presencia de mamá no solo representa tranquilidad, también un constante impulso para el desarrollo físico, cognitivo y social.
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