Ese oso de peluche o cobijita que tu bebé no suelta ni para dormir aporta más beneficios de los que imaginas.
Llamamos objetos de transición, apego o de seguridad a aquellos que acompañan inseparablemente al pequeño o pequeña durante algunos meses o incluso años de vida. Aparecen tras enfrentar la realidad en la que mamá y bebé no son un solo individuo. Ver y aceptar esta “separación” provoca estrés o ansiedad en el menor.
De acuerdo con el psicoanalista inglés Donald Winnicott, podría presentarse entre los cuatro y doce meses de vida, y representan la primera pertenencia del bebé. Con su ayuda, los niños y niñas pueden canalizar emociones que de momento no saben expresar, como el miedo o la angustia.
Frente a la idea de ser un individuo independiente a mamá, los objetos de transición tienen la finalidad de proveer tranquilidad y bienestar emocional ante otras situaciones que pueden provocar estrés como:
- El destete
- Dormir en su propio cuarto o cama
- Estar al cuidado de alguien que no es mamá
- Entrar a la guardería o un cambio de escuela
- La llegada de un nuevo bebé en la familia, etcétera
No hay estudios que relacionen los objetos de transición con una actitud negativa para las y los niños, por lo que no tienes nada de qué preocuparte, y aunque parezca que nunca lo soltará, este objeto tiene la función de ayudarle a atravesar situaciones específicas y encaminarlo a la independencia. Cuando menos lo imagines, dejará de sentir esa necesidad de apego.
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