¿Has notado que tu hijo es desafiante, no respeta límites y discute a la menor provocación? Si es así y se trata de una actitud constante, es muy importante que identifiques si padece el llamado “síndrome del emperador” o “síndrome del niño tirano”.
¿Cómo identificarlo?
Este tipo de actitudes son identificables al momento en que los niños caen en berrinches; sin embargo, es importante tratarla cuando es recurrente y sube de nivel paulatinamente.
Observa las actitudes de tu hijo y trata de identificar si:
- Es “mandón”: Regularmente los pequeños no aceptan un “no” y exigen a los padres que cumplan con su capricho. Los dirige hasta que logra su cometido.
- Es altamente desesperado: El niño suele caer en una inmediata frustración al momento en que los padres no satisfacen sus necesidades de forma inmediata.
- Es desafiante: Pone a prueba los límites que le imponen y no acepta ninguno. Él quiere decidir qué hacer y cómo hacerlo.
- Presenta rebeldía: No se apega a las normas familiares y regularmente no cede ante sus padres.
- Es explosivo: Al no tolerar la frustración, suele gritar y enojarse de tal manera que no recapacita. Su enojo lo hace evidente en cualquier lugar.
- Es egocéntrico y mentiroso: Se le dificulta desarrollar empatía y respeto hacia los demás.
- Es materialista: Busca siempre obtener lo que desea y regularmente está insatisfecho con lo que tiene.
¿Por qué sucede?
Los expertos atribuyen esa conducta a la falta de comunicación y de límites, así como consentirlo de más y poco apego. Todo ello aunado a la calidad de tiempo y lazos afectivos, es decir, que las familias dedican menos tiempo a las actividades y la comunicación.
Otro detonante podría ser la ausencia de uno de los padres. Es así como suelen aceptar conductas o suelen consentirlo por sentirse responsables de su estabilidad emocional.
¿Qué hacer?
- Establece límites claros y sé firme al momento de que tu hijo deba cumplirlos.
- Enseña a tu hijo cómo reconocer y controlar las emociones.
- Fomenta la empatía de tu hijo con los demás.
Pasa tiempo de calidad con tu hijo e impúlsalo a tener actividades que fomenten un vínculo. Siempre suma preguntar cómo se siente y qué le gustaría cambiar en su día a día.
Los límites son un tema muy importante a reflexionar y poner en práctica. ¡No es difícil! Solo se trata de iniciar una disciplina de la mano de un experto. ¿Te animas?
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