La siesta es tiempo breve de descanso que ayuda al cuerpo a reponer energía, además, contribuye a mantener un estado de ánimo positivo, pues no dormir durante el día puede provoca episodios de irritabilidad en las y los niños pequeños.
Las niñas y niños de dos a cuatro años requieren varias horas de sueño para tener un optimo desarrollo físico y cognitivo. Para cumplir con todas éstas es necesario que duerman durante la noche y que tomen una siesta durante el día.
De acuerdo con la Fundación Nacional del Sueño de Estados Unidos:
Los bebés de uno y dos años deben dormir entre 11 y 14 horas; no menos de 9 ni más de 16 horas al día.
Los pequeños de tres a cinco años deben dormir de 10 a 13 horas; no menos de 8 ni más de 14 horas diarias.
Debido a que lo hábitos y rutinas de cada pequeño y familia son diferentes, no existe un tiempo estándar recomendado para tomar la siesta. Algunos podrían dormir nueve horas seguidas durante la noche y durante el día tomar siesta de una o dos horas. Otros, podrían dormir 13 horas durante la noche y solo un par de minutos durante el día. Ambos casos son correctos pues cumplen con el promedio de horas de sueño totales correspondientes a su edad.
La cantidad de sueño es tan importante como la calidad por lo que:
- Deberás asegurarte de que tu hijo o hija no tenga hambre o ganas de ir al baño antes de acostarle a tomar una siesta; de esta manera podrás evitar que despierte antes de tiempo por alguna incomodidad.
- Para favorecer el descanso, quítale prendas que puedan apretar o incomodar al estar acostado.
- Dependiendo el clima puedes usar una manta fresca o una cobija gruesa para cubrirle.
- Procura que duerma la siesta todos los días a la misma hora, por ejemplo, acostarle siempre después de comer le ayudará a habituarse a una rutina.
- Evita el uso de dispositivos electrónicos dos horas antes de dormir. La luz azul de las pantallas disminuye la producción de melatonina, la cual es necesaria para lograr dormir.
Algunos niños y niñas se resisten a tomar una siesta para no interrumpir actividades divertidas o momentos de convivencia con sus padres, amigos o familiares, sin embargo, es importante mantenerlas para favorecer su humor y descanso.
Al principio, puedes acostarte con él o ella en la cama y cantar para ayudarle a conciliar el sueño; algunas semanas o meses después, puedes darle palmaditas en la espalda o acariciar su rostro para relajarle. Conforme crezca, podrás impulsar su independencia simplemente acompañándole hasta que se duerma por sí solo.
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